Lo primero es acudir a un médico general, para que haga una revisión y llegue a un diagnóstico. Quizá haga análisis de sangre, donde puede incluir hemograma (la anemia produce cansancio y malestar), función tiroidea (relacionada con ansiedad y depresión), función renal, glicemia, etc., y niveles de vitamina D 3.

Además, conviene ver, con la ayuda de quienes nos conocen y quieren, qué más puede estar relacionado: el cansancio por diversas causas y la falta de sueño pueden hacer ver todo en su peor aspecto… En la relación psicología y vida espiritual, el principal desestabilizador psicológico es la incoherencia: no vivir de acuerdo a los ideales y valores.

El síntoma guía para reconocer la depresión es una disminución del estado de ánimo, que incluye tristeza, melancolía, desesperación, apatía, falta de iniciativa e irritabilidad, que se prolonga por más de dos semanas. Se acompaña de pérdida de interés y de iniciativa, lentitud psicomotora, pesimismo, indecisión, sentimientos de culpa, etc. Va más allá de lo que cabría esperar ante un evento triste (como el luto), y provoca una marcada debilitación de las funciones físicas, sociales y de la capacidad de trabajo. El límite entre depresión y tristeza no es claro. Para diferenciarlas, ayuda la siguiente tabla:

La confianza en uno mimo se fundamenta en un buen conocimiento propio, en particular del mundo afectivo: ¿qué emociones, sentimientos y pasiones experimento?, ¿cómo es mi tono del humor?, ¿cuál es la causa de lo que siento? ¿cómo tendría que reaccionar ante eso que siento…? Se puede profundizar en el siguiente artículo: Afectividad, madurez y felicidad.

La autoconfianza requiere también que conozcamos nuestras habilidades y limitaciones. Con el paso de los años, la ayuda de los demás y la gracia de Dios, se van descubriendo. Luego, hay que aceptarse, querer nuestro modo de ser con tantos aspectos buenos de temperamento heredado; y seguir forjando el carácter. Se puede profundizar en el siguiente artículo: Algunas ideas sobre el temperamento.