Dilexit nos: premisas de la Encíclica

Lo que el algoritmo no puede conseguir

La nueva Encíclica Dilexit nos, “Nos amó…”, del Papa Francisco, sorprende desde su enunciado: sobre el amor humano y divino del corazón de Jesús. Una cosa es saber, teológicamente, que Jesucristo es verdadero Dios y Hombre verdadero; y otra, en una dimensión existencial y entrañable, darse cuenta de que ese mismo Cristo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad, tiene un corazón como el que yo tengo. Un corazón de carne, con sus sueños, con sus recuerdos, con sus alegrías y penas. Un corazón humano que late y que siente.

Como dice la primera nota de pie de página de Dilexit nos, muchas de las consideraciones del primer capítulo están apoyadas en los escritos y reflexiones del Padre Diego Fares, S.J., nacido en Mendoza, en 1955, recibido en la Compañía de Jesús, en 1976, por el entonces provincial jesuita en Argentina, el Padre Jorge Bergoglio, que fue también su padrino en su ordenación sacerdotal en 1986. El Padre Fares falleció en Roma en 2022 y el Papa participó de sus exequias en la Curia General de los Jesuitas.

Me parece que el Capítulo I de Dilexit nos: La importancia del corazón, está llamado a ser un divisor de aguas en la historia de la filosofía del conocimiento y en la moral católica. Y que el Papa tiene conciencia de ello y quiere dejarlo claro y explícito.

Inteligencia artificial, Dilexit nos y corazón

Así, por ejemplo, en el n. 14, nos advierte que todo lo que encierra la idea de “algoritmo”, como la Inteligencia Artificial, nos hace caer en la cuenta de que nuestros pensamientos y decisiones de la voluntad no son tan originales, ni tan específicos o propios, sino al contrario, son bastante “standard”, mucho más de lo que pensábamos, mientras no es así en el caso del corazón.

El n. 20 de la Dilexit nos, sobre el corazón de Jesús, es uno de los textos más tiernos y entrañables que se podrá encontrar en los textos pontificios, desde el comienzo de los siglos hasta ahora, Y precisamente por eso, me parece que vale la pena dejarlo aquí por completo:

En el tiempo de la inteligencia artificial no podemos olvidar que para salvar lo humano hacen falta la poesía y el amor. Lo que ningún algoritmo podrá albergar será, por ejemplo, ese momento de la infancia que se recuerda con ternura y que, aunque pasen los años, sigue ocurriendo en cada rincón del planeta. Pienso en el uso del tenedor para sellar los bordes de esas empanadillas caseras que hacemos con nuestras madres o abuelas.

Es ese momento de aprendiz de cocinero, a medio camino entre el juego y la adultez, donde se asume la responsabilidad del trabajo para ayudar al otro. Al igual que el tenedor podría nombrar miles de pequeños detalles que sustentan las biografías de todos: hacer brotar sonrisas con una broma, calcar un dibujo al contraluz de una ventana, jugar el primer partido de fútbol con una pelota de trapo, cuidar gusanillos en una caja de zapatos, secar una flor entre las páginas de un libro, cuidar un pajarillo que se ha caído del nido, pedir un deseo al deshojar una margarita.

Todos esos pequeños detalles, lo ordinario-extraordinario, nunca podrán estar entre los algoritmos. Porque el tenedor, las bromas, la ventana, la pelota, la caja de zapatos, el libro, el pajarillo, la flor… se sustentan en la ternura que se guarda en los recuerdos del corazón.

No es difícil entrever al Papa Francisco con su madre o su abuelita dándole vueltas a la empanadilla, o mirando los gusanillos en la caja de zapatos o, aún más tierno, deshojando uno a uno los pétalos de una margarita. ¡Eso es hablar a los fieles desde el corazón a través de una Encíclica Pontificia!

Rafael Ruiz

Ver también: La voz del corazón

Escuchar el corazón

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