Preguntas sobre salud mental y espiritual

  1. ¿Cómo distinguir un problema psicológico de uno espiritual: debo acudir a un psicólogo o a un sacerdote?

Por la unidad del ser humano, en sus dimensiones orgánica, psíquica y espiritual, la distinción no es siempre posible. Una grieta en cualquiera de las dimensiones, si es suficientemente profunda, puede derribar la estructura de la personalidad. Además de lo que pueda aconsejarnos quien nos conozca, a todos ayuda acercarse a la confesión como a una conversación con alguien que nos conoce perfectamente y nos quiere más que nadie: Jesucristo. Saber esto da mucha paz: él entiende nuestros “líos”, no se cansa de escucharnos ni de perdonarnos. Por eso no hay que desanimarse. Así, los nudos o líos se terminan por deshacer… Un sacerdote puede ir ayudando poco a poco a distinguir lo psicológico de lo espiritual, en lo que sea posible.

2. ¿Cómo cuidar la relación laboral y humana con personas que sufren alteraciones psicológicas importantes?

Frente a una persona alterada psicológicamente conviene fomentar una actitud lo más calmada posible. Poco a poco, tal vez podamos hacerles entender que ella está sufriendo y probablemente hace sufrir a quienes están a su lado. Con verdadera caridad, paciencia, procurando sonreír y fomentando la amistad –aunque no sea bien correspondida– y sobre todo con la oración, tal vez podamos convencer a esa persona a dar los primeros pasos para mejorar: es decir, que comprenda y acepte que tiene un problema, sin que ella sea el problema, y quiera afrontarlo con la ayuda de expertos.

3. ¿Qué hacer ante la ansiedad?

La ansiedad es un síntoma frecuente y fácil de entender porque todos lo experimentamos en mayor o menor medida. Cuando nos influye hasta el punto de limitar la vida diaria, es más necesario buscar las causas y poner remedio: un buen médico o psicólogo consiguen ayudar en muchos casos; hay medicamentos muy útiles. Para un cristiano, el trato con Dios y las orientaciones de un director espiritual pueden suponer una ayuda también importante, teniendo en cuenta que no son un medicamento para la ansiedad. Llegar a ver con más claridad que uno es hijo de un Dios que nos quiere mucho, como somos (esforzándonos por vivir de acuerdo a la realidad de nuestro ser humanos, cayendo y levantándonos, perdonando y pidiendo perdón), da una gran tranquilidad e incluso la ansiedad de causas psicológicas se puede ver con una actitud distinta, con “menos miedo”: al hacerlo, los síntomas ya disminuyen. ¡Qué útil es saber que no estamos solos! en la Iglesia todos nos apoyamos unos a otros; la oración alcanza incluso a personas que no conocemos y nos da fuerza y ánimo.

4. ¿Cómo vivir el cuarto mandamiento, si se recibe un mal trato emocional por parte de los padres, aunque sea involuntario?

Todos los preceptos del decálogo nos ayudan a ser mejores seres humanos, intentando amar como Jesucristo. Esto no significa que sea fácil. La actitud fundamental es la del perdón, con la ayuda de la gracia, y procurar sonreír más por fuera y por dentro… Hablar y pedir consejo a quien nos conozca es siempre útil. Perdonar no es un sentimiento, sino una elección: libremente decidimos rezar por la persona que nos ha dañado, procuramos comprender sus deficiencias, quizá enraizadas en heridas profundas. Conocer las circunstancias en que han vivido los propios padres ayuda a comprenderles y perdonarles.

5. ¿Es posible una dirección espiritual sin dar a conocer en ella la enfermedad o trastorno mental que se padece?

Es posible, pero poco conveniente o poco eficaz, si se trata de una situación actual y no de algo ya superado. Será difícil que alguien nos ayude si ocultamos voluntariamente lo que nos sucede o lo que sentimos y nos hace sufrir. Por otra parte, es bueno que la persona que ofrece un acompañamiento espiritual sepa reconocer o al menos sospechar alguna dificultad en la dimensión psicológica.

6. Desde hace unos días duermo mal ¿qué puedo hacer?

Hay varias cosas. Lo primero es ver aspectos físico-fisiológicos: que en la habitación haya una temperatura adecuada (aproximadamente 21ºC en invierno, 25ºC en verano), oscuridad y silencio, humedad suficiente (el ideal de humedad es en tono a 50-60%: en lugares muy fríos en invierno, con la calefacción de la casa puede bajar mucho). Después habrá que ver la salud en general: puede ayudar un chequeo médico, para ver diversos parámetros, entre ellos vitamina D 3 adecuada en sangre (sobre 40 ng/dl) o tomar suplementos. La vitamina D se produce por la acción del sol en la piel, a partir del colesterol; en países con abundante sol también puede haber niveles bajos, en quienes se protegen continuamente del sol con ropa, cremas, etc. (esta protección puede ser importante o necesaria para evitar otros problemas como cáncer de piel); si está baja, se pueden tomar al menos 2000 unidades internacionales al día de Vitamina D 3, y controlar con le médico. Ver que los demás análisis, que incluyan tiroides y hemograma, sean normales. Luego, factores más psicológicos y conductuales: no ir a dormir, sino a descansar…, no usar ordenadores ni teléfonos u otras pantallas en las últimas horas de la tarde noche (una o dos antes de acostarte), cuidar horarios: tener tiempo suficiente; no estar agobiado con el despertar o no: a veces ayuda poner dos despertadores; no mirar la hora si te despiertas; usar antes de dormir ejercicios de relajación como respiración diafragmática; cuidar que cenas no sean muy abundantes ni muy ligeras: poca grasa, no Coca-Cola ni café, ni té. Hacer deporte con regularidad y tranquilidad, una o dos veces a la semana, idealmente no muy tarde. Terminar el día con alguna actividad más relajante: lectura, música… no quedarte hasta tarde preparando o resolviendo asuntos complejos. El médico puede aconsejar por un tiempo algún medicamento ansiolítico o hipnótico. En algunos casos, como en el yet-lag, la melatonina ayuda a restaurar el ciclo sueño-vigilia.

7. ¿Puedo usar el mindfulness, que tiene un origen budista, si soy cristiano?

El interés por el mindfulness demuestra la necesidad que tenemos de estar concentrados en lo importante. Es nuevo solo su nombre. Como técnica de relajación y concentración se ha usado mucho; cómo focalización en el momento, el pueblo japonés la conoce hace siglos, como se ve en el cuidado y atención que ponen en la ceremonia del té: un momento único e irrepetible para compartir con una persona, que nunca se repetirá igual. Para un cristiano, el mindfulness fundamental es la presencia de Dios. No hay nada más importante que esto: trabajar, descansar, disfrutar, sufrir…, sabiendo que ¡hay un Dios que me ha creado y me quiere! Los momentos que estoy con él son únicos e irrepetibles. La relajación y el control emotivo no son un “sustituto” de la fe y de la oración (diálogo con un Dios personal) que, por el contrario, favorecen la vida plena y llena de sentido. Es importante considerar el cuerpo y sus vías de relajación como “amigos”.

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