La ansiedad
La ansiedad es un estado emocional desagradable y doloroso
En la ansiedad se advierte una sensación de inquietud y amenaza a la propia integridad física o moral. Se presenta unido a inseguridad, perplejidad, miedo ante un peligro real o imaginario.
A menudo es acompañada por cambios fisiológicos similares a los causados por el temor: sudoración, taquicardia, dificultad para respirar. Puede presentarse de modo inesperado, como en una enfermedad específica llamada ataques de pánico, o gradualmente.
Es importante diferenciar una experiencia de ansiedad normal, de lo que puede ser un problema que está afectando la salud o es ya una enfermedad
Existe por lo tanto una ansiedad normal y otra patológica. Las causas se relacionan con factores orgánicos, psíquicos y espirituales.
Causas de la ansiedad
Hay muchas enfermedades orgánicas que producen ansiedad, por ejemplo:
- Problemas de la glándula tiroides
- Hipoglucemia
- Insuficiencia cardíaca
- Algunas arritmias
- Enfermedades pulmonares
- Intoxicaciones
La ansiedad acompaña también al uso o dependencia de alcohol y otras drogas, y puede ser el efecto secundario y no querido de algunos medicamentos.
La intensidad y la proporcionalidad con el peligro que desencadena la reacción de ansia indica si estamos ante una emotividad normal o enferma. La ansiedad afecta el funcionamiento psíquico, en lo que se siente; y físico, con sus cambios somáticos.
La principal sustancia química que se libera mediante la estimulación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, es el cortisol. Cuyo aumento mantenido pude producir disminución de la inmunidad, aparición de diversas enfermedades y problemas de sueño.
La ansiedad es también un síntoma de muchas enfermedades mentales y de un grupo específico llamado trastornos de ansiedad. Entre estos encontramos las fobias.
Hay también personas en que el ansia es un rasgo dominante de su personalidad, en parte debido al temperamento heredado. Si esta característica es muy intensa, se suele hacer el diagnóstico de trastorno ansioso de personalidad, en que predomina el temor a fracasar, a ser rechazado, con una importante necesidad de estima y afecto.
Cómo afrontar la ansiedad
Lo primero es intentar descubrir la causa, pues puede ser algo fisiológico o debido a una enfermedad orgánica.
Un desencadénate menos evidente de la ansiedad son los pensamientos automáticos. Conviene romper los círculos viciosos del estilo: miedo al ver a una persona con autoridad → sentirse incómodo → temblor y palpitaciones → más miedo → más sensación de incomodidad y temblor → parálisis, llanto, fuga, mutismo.
Detrás de esta ola de sentimientos puede estar un posible pensamiento automático o creencia distorsionada: soy un inútil, nadie me considera. Descubrir este tipo de razonamientos o eslabones perdidos es importante.
Un poco de ansiedad o tensión es normal y saludable en la vida de cualquier persona que se preocupe de los que están a su lado, que tiene un proyecto que realizar, que ame.
Cuando el fenómeno se experimenta de modo exagerado –quizá también por las características del propio temperamento–, sirve tomar distancia del síntoma, considerar la ansiedad como algo distinto de nosotros mismos. Luego se debe procurar identificar el motivo e intentar resolverlo.
Si la ansiedad se mantiene, incluso si la causa está clara pero no es posible removerla (un examen, una incertidumbre, un cambio de circunstancias ambientales…) pueden ser útiles estas sugerencias:
- Buscar ayuda: hablar de los motivos, verbalizar la causa del miedo.
- Medidas de apoyo fisiológico: cuidar el sueño, hacer deporte con regularidad y tranquilidad, preferiblemente con otros; caminar cada día treinta o cuarenta minutos; hacer ejercicios de relajación como la respiración diafragmática o la relajación muscular profunda progresiva.
- Disminuir el uso de alcohol, cafeína y estimulantes (el tabaco lo utilizan con frecuencia las personas ansiosas, pero tiene muchos efectos dañinos y también puede alterar el sueño y favorecer la ansiedad; la marihuana se suele emplear para disminuir la ansiedad, pero trae problemas más graves).
- Si la ansiedad no se reduce o altera la vida normal será oportuno buscar consejo y apoyo médico: el uso de un medicamento ansiolítico, indicado por un profesional, durante pocos días o alguna semana también puede ser útil.
Lectura recomendada: Wenceslao Vial, Madurez psicológica y espiritual, Palabra, 2019 (4ª).
Ver también el artículo: Manejo del estrés
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