La voz del corazón (II): oír en silencio

Escuchar la voz del corazón no es fácil, como mencionamos en la primera parte de este artículo, que sigue el libro de Susanna Tamaro, Donde el corazón te lleve.

La voz del corazón se oye en el silencio

¿Por qué? Porque es la parte más profunda y personal de nosotros. Nos habla desde las entrañas de nuestro ser. Es donde encontramos la memoria de nuestras vidas vividas. Es donde nos encontramos con nosotros mismos y con todos los demás que han formado y forman parte de nuestra vida. Es donde nos encontramos a solas con nosotros mismos y, si Le dejamos entrar, a solas con Dios.

Cuando no queremos mirar dentro de nosotros, encontrar salidas es lo más fácil del mundo. Siempre hay una culpa externa, y hace falta mucho valor para aceptar que la culpa -o, mejor dicho, la responsabilidad- es nuestra y sólo nuestra (…) El único maestro que hay, el único maestro verdadero y digno de confianza, es nuestra conciencia. Para encontrarla, necesitamos estar en silencio -solos y en silencio-, necesitamos estar desnudos sobre la tierra desnuda.

Seguir nuestros sentimientos sin pensar, sin la mediación de la razón, puede llevarnos por caminos equivocados. Seguir sólo a la razón puede llevarnos por caminos seguros, pero como si fueran glaciares o desiertos. Seguir sólo a nuestro corazón puede convertirnos en un volcán o en un río tempestuoso que podría quemarnos o ahogarnos sin siquiera quererlo.

Para acertar, hay que saber escuchar todas las voces.

Saber escuchar al corazón

El corazón, como la razón, tiene una visión que lo abarca todo, una perspectiva de totalidad. ¿Cuál es la diferencia entre la razón y el corazón? La cercanía de lo personal, de la relación, de estar juntos. El corazón no piensa en abstracto. Siempre está cerca del otro.

Cuando pienso en lo que es mejor hacer, mi razón y mi corazón no se limitan al momento presente, a lo que siento y a lo que se apodera de mí aquí y ahora, sino que son capaces de mirar al pasado y al futuro, evaluando no sólo las consecuencias de mi acción, sino integrando lo que estoy sintiendo en una esfera mucho mayor y más amplia: lo que fui, lo que sigo siendo, lo que quiero ser; las relaciones que he construido a lo largo de mi vida, las personas que dependen de mí, las personas de las que dependo, y sus expectativas, y sus necesidades y, más aún, los sentimientos que les provocaré con mis acciones.

No somos sólo sentimentales, ni sólo racionales. Somos seres inteligentes y afectivos y, desde el momento en que estamos dispuestos a reflexionar sobre nuestros actos y decisiones, tenemos la capacidad de integrar sentimiento, razón y corazón.

A veces me pregunto por qué las verdades elementales son las más difíciles de comprender. Si me hubiera dado cuenta entonces de que la primera cualidad del amor es la fuerza, probablemente los hechos habrían resultado diferentes. Para ser fuerte, sin embargo, una persona necesita primero amarse a sí misma; para amarse a sí misma, necesita conocerse en profundidad, saberlo todo de sí misma, incluso las cosas más ocultas, las más difíciles de aceptar. Pero, ¿cómo llevar a cabo ese proceso mientras la vida nos atropella con su ruido?.

Realmente no es fácil escuchar al corazón. La vida moderna, el mundo técnico y digital en el que vivimos, nos engulle tanto, nos grita tan fuerte que es difícil encontrar el momento y el lugar adecuados para hacer silencio y escuchar sus latidos, su ritmo, su voz. Pero esa es la cuestión: si realmente queremos ser humanos, necesitamos silencio. Comprender requiere silencio, como decía Susanna Tamaro.

Y entonces, cuando se abran varios caminos y no sepas cuál elegir, no tomes cualquier camino, ten paciencia y espera. Respira tan profundamente como el día que viniste al mundo, no dejes que nada te distraiga, espera y sigue esperando. Quédate quieto, en silencio, y escucha a tu corazón. Cuando por fin hable, levántate y ve a donde quiera llevarte.

Rafael Ruiz

Ver otros artículos de la serie: formar los sentimientos con la literatura

 

Rafael Ruiz
Rafael Ruiz
Rafael Ruiz es profesor de Historia de América de la Universidad Federal de São Paulo (Brasil) y Coordinador del Laboratorio de Humanidades de la misma Universidad. Sus áreas de actuación e investigación son la Historia de la Justicia en el mundo ibérico (siglos XVII y XVIII) y Ética y Literatura en la Salud y en la vida empresarial. Ha publicado libros sobre Historia y Literatura y es autor de la novela "Concerto para Milena".
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