Acoger el don del celibato
Infografía sobre discernimiento en el celibato cristiano
Acoger el celibato como un don o regalo de Dios es un desafío, un misterio y una llamada que miles de personas reciben en el mundo entero. Su atractivo es grande entre los cristianos, desde los primeros siglos. Presentamos una infografía con algunos rasgos que pueden ayudar en el proceso de discernimiento.
Las características de una personalidad armónica, como vienen presentadas, no son exclusivas de una persona que acoge el don del celibato. El auto-conocimiento y la auto-posesión son como requisitos que preceden y acompañan la donación.
La primera Carta a los Corintios, escrita en torno al año 54, ya atestigua que entre los primeros cristianos había quienes recibían el don del celibato por el Reino de los Cielos. Igualmente, los Padres de la Iglesia de finales del siglo I y comienzos del II, como san Clemente Romano y san Ignacio de Antioquía, hablan de los que reciben el don del celibato, y no mencionan que hicieran ninguna consagración distinta de la del Bautismo. Muy importante es el testimonio de san Justino que, a mediados del siglo II, afirma que muchos cristianos, hombres y mujeres, permanecían célibes y señala que son fieles comunes.
En el proceso de discernimiento de quienes piensan hacer propio el don del celibato, es importante ayudar a que la persona se conozca y sepa identificar y comunicar qué le pasa: no solo aspectos externos (qué hace), sino saber también qué siente, cuáles son sus motivaciones, preocupaciones y, sobre todo, qué quiere, hacia dónde quieren dirigir su vida y por qué.
Señales de madurez para acoger el don del celibato
- Autoconocimiento.
- Adecuación a la realidad: capacidad de percibir, pensar y actuar de acuerdo con la realidad y sus matices.
- Aceptación de uno mismo y autocrítica.
- Autonomía afectiva y operativa.
- Autocontrol: capacidad de encauzar las emociones e inclinaciones (impulsos).
- Adaptación eficiente al entorno social.
- Seguridad en sí mismo.
- Sinceridad y coherencia.
- Tolerancia a la soledad.
- Capacidad para mantener relaciones afectivas estables.
- Capacidad de comprometerse: de dar y recibir.
- Actitud trascendente.
Señales de inmadurez para seguir trabajando con optimismo
- Conocimiento erróneo y superficial de uno mismo.
- Ausencia de un objetivo de la vida.
- Inestabilidad emocional.
- Autocontrol débil.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Rechazo de la crítica constructiva.
- Relaciones conflictivas: dificultad para dar y recibir amor auténtico.
- Miedo al compromiso y a la responsabilidad.
- Intolerancia e inflexibilidad.
- Imperio del presente: Búsqueda del bien inmediato.
- Dependencia emocional.
- Exagerada influencia del qué dicen o dirán.
- No aceptación de la realidad: refugio en el “si fuera…”, la queja interior o la crítica.
Para profundizar: artículos de la serie Ciento por uno.
Ver También: preguntas específicas sobre el celibato, en particular los rasgos de madurez que conviene tener en cuenta para el discernimiento.